El cine de Argentina es uno de los más desarrollados del cine latinoamericano. Cuenta con el promedio de salas por persona más alto de América Latina.[1] A lo largo del siglo XX, la producción argentina, apoyada por el Estado y avalada por el trabajo de una larga lista de directores y artistas, se convirtió en una de las principales del mundo en castellano. Los primeros largometrajes animados, mudos y sonoros fueron realizados por Quirino Cristiani. Dos películas fueron galardonadas con el premio Óscar a la mejor película internacional, La historia oficial (1985), dirigida por Luis Puenzo y el El secreto de sus ojos (2009), de Juan José Campanella. El cine argentino ha cosechado numerosos galardones internacionales: los Premios Goya, los del Festival Internacional de Cine de Berlín, Festival de Cine de Cannes y, en la región, los del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, entre otros.
Según estadísticas del INCAA las películas más vistas del cine argentino son Relatos salvajes (2014), de Damián Szifron (3,9 millones), El Clan (2015), dirigida por Pablo Trapero (2,6 millones), El secreto de sus ojos (2009), de Campanella (2,4 millones), Metegol (2013), de Campanella (2,1 millones)[2] y El robo del siglo (2020), dirigida por Ariel Winograd (2 millones).[3] Merecen mención Nazareno Cruz y el lobo (1975), de Leonardo Favio (3,3 millones), El santo de la espada (1970), de Leopoldo Torre Nilsson y Juan Moreira (1973), de Favio, (2,41 millones).
De la época del cine clásico argentino, en las décadas de 1930 y 1940, se destaca La guerra gaucha (1942), de Lucas Demare y las protagonizadas por Niní Marshall, Libertad Lamarque y Hugo del Carril. En el cine erótico fueron de mucha popularidad en toda América Latina las películas del Armando Bó protagonizadas por Isabel Sarli.
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